Fiebre: Mitos y realidades que debes conocer

La fiebre es uno de los síntomas más comunes y, al mismo tiempo, uno de los más temidos en la práctica clínica y en el hogar. Esta elevación temporal de la temperatura corporal, suele ser vista como un enemigo, pero en muchos casos, es una respuesta defensiva esencial del organismo. Entender qué es realmente la fiebre, desmitificar las creencias populares y saber identificar los signos de alarma que realmente requieren atención médica urgente, es crucial para su manejo adecuado y para evitar el estrés innecesario.

La fiebre: Un mecanismo de defensa

La fiebre se define como la elevación de la temperatura corporal, por encima del rango normal, el cual se establece en 37°C, aproximadamente, ya que este valor puede variar, en función del sitio de medición. Por ejemplo, muchos médicos indican que una temperatura axilar de 37,5°C o más, ya se considera fiebre. Generalmente, la causa de este aumento de temperatura, está asociada con la presencia de una infección.

Vale destacar que, existe otro caso por el cual la temperatura corporal sufre un incremento, y es por la hipertermia, que consiste en un aumento descontrolado de la temperatura debido a fallos en la termorregulación, como en el golpe de calor. Pero, la fiebre es diferente, se trata de un proceso regulado.

Cuando el individuo presenta fiebre, es la respuesta del cuerpo, en respuesta a sustancias llamadas pirógenos, las cuales son liberadas por microorganismos o por el propio sistema inmune. Estas sustancias se encargan de reajustar el hipotálamo a un nivel más alto. Este aumento tiene un propósito biológico, y es mejorar la eficacia del sistema inmunológico ante el ataque de virus o bacterias, y dificultar la replicación de ciertos patógenos, actuando como un mecanismo de defensa beneficioso.

Mitos comunes sobre la fiebre

La fiebre es un síntoma muy común, sin embargo, está rodeada de creencias populares que pueden llevar a prácticas inadecuadas o a una ansiedad innecesaria, especialmente en los padres de niños pequeños. Para evitar complicaciones, es fundamental diferenciar la realidad de los mitos.

Mito 1: La fiebre es intrínsecamente peligrosa y causa daño cerebral

¡Falso! Cuando la fiebre es causada por infecciones, rara vez supera los 41°C. Esto tiene más sentido ante casos de hipertermia extrema, situación ante la cual, la temperatura puede superar los 42°C, que es una condición diferente y no ocurre en condiciones normales de infección.

Las convulsiones febriles, aunque pueden ser alarmantes, en realidad son la respuesta a un fenómeno que ocurre en un pequeño porcentaje de niños genéticamente predispuestos, generalmente durante la rápida subida de la temperatura, y no suelen causar daño permanente.

Mito 2: La fiebre debe bajarse inmediatamente con medicamentos (antipiréticos)

Los medicamentos como el paracetamol o el ibuprofeno controlan el síntoma, en este caso, la fiebre, pero no curan la enfermedad que la produce. No siempre es necesario medicar una fiebre si esta es leve y el paciente se encuentra relativamente bien. El objetivo del tratamiento no es normalizar la temperatura, sino mejorar el confort y el bienestar general del paciente. Solo se recomienda el uso de antipiréticos si la fiebre es alta o causa un malestar muy significativo.

Mito 3: Si la fiebre es muy alta (más de 40°C), significa que la infección es bacteriana y grave

La magnitud de la temperatura corporal no indica de manera fiable si la causa de la fiebre es viral o bacteriana. La realidad es que, tanto virus como bacterias, pueden producir fiebres altas. La gravedad de la enfermedad se valora por el estado general del paciente, como su apariencia, nivel de actividad y presencia de otros síntomas, en lugar del número que indica el termómetro.

Mito 4: Hay que abrigar al paciente para que sude la fiebre

Esto es falso, de hecho, esta práctica es contraproducente, en especial en niños. El exceso de abrigo o mantas puede impedir que el cuerpo disipe el calor, lo que va a causar un aumento aún mayor de la temperatura y a un mayor malestar, es decir, el efecto contrario. Es preferible desabrigar y mantener el ambiente a una temperatura confortable.

Mito 5: Los baños o paños con agua muy fría o alcohol son la mejor manera de bajar la fiebre

El uso de agua muy fría o alcohol debe ser evitado. El agua muy fría puede causar vasoconstricción cutánea, lo que significa el efecto contrario al deseado, ya que esta condición disminuye la pérdida de calor y puede provocar escalofríos, así que el cuerpo generará más calor y la temperatura corporal se incremente. Lo que recomiendan los especialistas es el uso de baños o compresas con agua tibia, un poco por debajo de la temperatura corporal, y así ayudar a refrescar el cuerpo, especialmente después de dar un antipirético.

Manejo de fiebre en casa

Si el paciente (niño o adulto) presenta fiebre leve o moderada, pero en buen estado general, es decir, con buen apetito y sin malestar general, la fiebre se puede manejar desde casa, enfocándose en el confort y soporte general del paciente.

  • Hidratación. Esto es vital, porque la fiebre incrementa la pérdida de líquidos a través de la sudoración y la respiración, así que el paciente debe ingerir abundante agua, caldos o soluciones de rehidratación oral con frecuencia.
  • Antipiréticos. El uso de medicamentos como paracetamol o ibuprofeno, debe ser en la dosis adecuada, y solo si el paciente se encuentra incómodo o con dolor. Evite alternar medicamentos sin supervisión médica, ya que esto puede llevar a errores de dosificación.
  • Medidas Físicas. Mantener al paciente en una habitación ventilada, sin abrigar, y aplicar paños tibios en zonas clave, como la frente o el cuello.
  • Observación. Como se ha mencionado anteriormente, la fiebre es un síntoma de la condición que presenta el paciente, por lo tanto, es importante observar su estado general, es decir, vigilar la actitud, el nivel de actividad y la aparición de síntomas de alarma.

Cuándo es momento de consultar al médico por fiebre

Este punto es de gran relevancia, porque una de las dudas más frecuentes entre padres y cuidadores, es saber cuándo la fiebre deja de ser un síntoma para manejar desde casa y requiere una evaluación médica. En respuesta a esto, los especialistas de la salud han establecido una serie de criterios de alarma que varían según la edad y la presencia de otros síntomas.

Paciente pediátrico

Padres y cuidadores deben buscar atención médica inmediata o de urgencia ante las siguientes situaciones.

Lactantes menores de 3 meses. Cuando el bebé presenta una temperatura rectal de 38°C o más. Vale mencionar que para estos infantes, aunque la fiebre baje con antipiréticos, puede ser signo de una infección grave.

Lactantes de 3 a 6 meses. Si la temperatura es de 38.9°C o más, o si tienen una fiebre de menor grado pero actúan inusualmente irritables, letárgicos o presentan aspecto de enfermos.

Cualquier edad con estos signos de alarma.

  • Mal estado general, con somnolencia excesiva o dificultad para despertar.
  • Rigidez de nuca, sensibilidad inusual a la luz (fotofobia).
  • Dificultad para respirar o presentar respiración muy rápida.
  • Erupción en la piel que no desaparece al presionarla.
  • Deshidratación (boca seca, llanto sin lágrimas, orina escasa).
  • Dolor abdominal intenso o vómitos persistentes.
  • Llanto inconsolable o gemidos.
  • Convulsión febril que dura más de 5 minutos o si no se recupera rápidamente.

También se recomienda una consulta médica ante estas situaciones.

  • La fiebre dura más de 24 o 48 horas en niños menores de 2 años, o más de 3 días en niños mayores.
  • La fiebre se mantiene alta, igual o superior a 40°C, y no baja con los medicamentos.
  • El niño presenta una enfermedad crónica grave, como cardiopatía o inmunodeficiencia.

Paciente adulto

El paciente requiere de atención médica inmediata o de urgencia si la fiebre se acompaña de alguna de estas condiciones.

  • Temperatura oral igual o superior a 39°C.
  • Dolor de cabeza intenso, rigidez en el cuello, o confusión mental.
  • Sarpullido o erupción que no desaparece al presionarla.
  • Dificultad para respirar o dolor en el pecho.
  • Dolor abdominal intenso.
  • Convulsiones.
  • Hinchazón o inflamación en alguna articulación.
  • Sensibilidad inusual a la luz brillante (fotofobia).

Se recomienda una consulta médica ante estos casos.

  • La fiebre persiste por más de 3 días sin causa aparente.
  • Existen signos de enfermedad grave o cualquier síntoma preocupante.

 

En conclusión, la fiebre es un síntoma, no una enfermedad. Y para los expertos en el tema, este síntoma es una herramienta de defensa que, por lo general, indica que el cuerpo está luchando contra una infección autolimitada. El conocimiento de sus verdaderas implicaciones y la desmitificación de creencias erróneas permitirán a padres y cuidadores, ofrecer un manejo más tranquilo y efectivo ante un caso febril. Sin embargo, la vigilancia de los síntomas de alarma y el estado general del paciente son la clave para determinar el momento oportuno en que se requiere la intervención y el diagnóstico de un profesional de la salud.

 

Fuentes:

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