Salud íntima: Cuidados y prevención de infecciones

La salud íntima femenina es un componente fundamental para el bienestar general de la mujer. Vale destacar que, esta abarca no solo la ausencia de enfermedades, sino también el estado físico, mental y social en relación con el sistema reproductivo y sus funciones. Es importante señalar, que la falta de información puede llevar a las féminas a realizar prácticas de higiene inadecuadas y, consecuentemente, a un mayor riesgo de infecciones y otras patologías. Si deseas mantener la delicada armonía de la zona íntima, las mejores herramientas para asegurar una vida saludable son, la prevención y el conocimiento.

La importancia del equilibrio: El microbioma vaginal

El microbioma vaginal es el primer mecanismo de defensa que tiene la vagina, y se trata de un ecosistema de microorganismos, que se conocen como lactobacilos. Estos microorganismos producen ácido láctico, que se encarga de mantener un pH ácido en la zona íntima, y evita el crecimiento de bacterias nocivas, hongos o parásitos.

Debido a su función, cualquier factor que pueda alterar el pH de la zona íntima, o que se reduzca la cantidad de lactobacilos, se puede desencadenar un desequilibrio, que puede facilitar el desarrollo de infecciones como, candidiasis vulvovaginal o la vaginosis bacteriana, las cuales son las más comunes en la población femenina.

En el caso de la candidiasis, se caracteriza por picazón, ardor y un flujo espeso y blanquecino. Por otro lado, la vaginosis bacteriana suele presentar un flujo grisáceo y un olor fuerte, que suele ser descrito como a pescado. Y, aunque son condiciones tratables, si presenta una elevada recurrencia, puede afectar la calidad de vida de las féminas.

Cuidados esenciales para la prevención de infecciones

La salud íntima no se limita a la higiene básica, de hecho, esta área requiere de poner en práctica una serie de hábitos que respeten la fisiología natural de la zona genital.

Higiene correcta y consciente

La limpieza correcta del área genital es esencial, sin embargo, hay que tener cuidado, porque la excesiva o incorrecta higiene puede ser contraproducente.

  • Únicamente aplicar limpieza externa. La vagina tiene su propio sistema de autolimpieza, así que no requiere de tu ayuda. Pero sí es vital lavar solo la vulva, que es la parte externa, con agua tibia. Emplea productos de higiene íntima específicos que tengan un pH ácido o neutro, para no alterar el pH natural de la zona. Evita el uso de jabones corporales tradicionales, perfumados o desodorantes íntimos, porque sus químicos y fragancias pueden irritar y eliminar los Lactobacilos, alterando el pH de la zona íntima.
  • Correcta dirección del lavado. Esta área siempre se debe limpiar y secar de adelante hacia atrás, es decir, de la vulva al ano. Esto es necesario para prevenir el arrastre de bacterias intestinales hacia la uretra y la vagina, lo que puede causar cistitis (infección urinaria) y vaginosis.
  • Evitar las duchas vaginales. Como se indicó anteriormente, evitar el uso de duchas vaginales, a través de las cuales se introduce agua o soluciones jabonosas en la vagina Esta práctica puede llegar a eliminar la flora bacteriana, y los gérmenes tendrán un fácil acceso hacia el útero y las trompas de Falopio, incrementando el riesgo de infecciones pélvicas graves.

Ropa y hábitos de vestir

La ropa tiene una profunda relación en la regulación de la humedad y la temperatura de la zona íntima. Por lo tanto, se recomiendan los siguientes hábitos.

  • Ropa interior de algodón. El algodón es el tejido recomendado por profesionales, porque permite la transpiración, lo que ayuda a reducir la humedad que favorece la proliferación de hongos y bacterias.
  • Evitar ropa ajustada. Vestir ropa muy ajustada, como leggins, mallas o pantalones de lycra, crea un ambiente cálido y húmedo, que limita la circulación del aire, condiciones que favorecen las infecciones.
  • Secado. Es necesario secar bien la zona íntima después de ducharse o nadar, porque la humedad mantenida, como la que queda después de usar un traje de baño mojado, es un caldo de cultivo para la candida.

Salud sexual y reproductiva

La actividad sexual es un factor de riesgo para las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y puede alterar temporalmente el equilibrio vaginal.

  • Prácticas seguras. Es ideal el uso constante y correcto del preservativo de barrera, este es el método más eficaz para prevenir la mayoría de las ITS, incluyendo el VIH, la clamidia y el VPH (Virus del Papiloma Humano).
  • Higiene Pre y Post-Coital. El lavado de manos genitales, antes y después de las relaciones sexuales, ayuda a minimizar el riesgo. Además, orinar después del sexo es una práctica sencilla y efectiva para eliminar bacterias que pudieran haber entrado en la uretra, previniendo la cistitis.
  • Vacunación. La vacuna es una medida de prevención primaria crucial. En el caso de la vacuna contra el VPH, puede prevenir el ataque de los tipos de virus que causan la mayoría de los casos de cáncer de cuello uterino y verrugas genitales.

Factores adicionales de riesgo y prevención

La salud íntima también puede ser afectada por el estilo de vida y otros factores sistémicos.

  • Menstruación y productos higiénicos. Es importante recordar el cambio de tampones, toallas sanitarias o copas menstruales con la frecuencia recomendada, la cual no debe exceder entre las 4 y 8 horas.
  • Antibióticos y estrés. Los tratamientos con antibióticos pueden eliminar los Lactobacilos, haciendo a la mujer más susceptible a la candidiasis. En estos casos, el uso de probióticos específicos para la flora vaginal, puede ser de ayuda para restablecer el equilibrio. Por otra parte, el estrés crónico puede afectar el sistema inmunológico y, de forma indirecta, la salud de la zona vaginal.
  • Dieta y enfermedades crónicas. Una dieta balanceada y el control de enfermedades como la diabetes son relevantes. Los niveles altos de glucosa en sangre pueden aumentar el azúcar en las secreciones vaginales, favoreciendo el crecimiento de Candida.

La importancia de la consulta médica

Observar y conocer el propio cuerpo permite identificar rápidamente cualquier cambio que pudiera indicar un problema, y esto es de gran ayuda, cuando se trata de la salud íntima. Poder detectar anomalías como un flujo de color, consistencia u olor inusual, picazón persistente, ardor o dolor pélvico, para tomar las medidas pertinentes.

La visita regular al ginecólogo, por lo menos una vez al año, es imprescindible. Durante estas consultas se realizan revisiones, el Papanicolau (o citología) para la detección precoz del cáncer de cuello uterino, y se resuelven dudas sobre anticoncepción y salud sexual.

Evita la automedicación ante una infección íntima. El tratamiento incorrecto puede enmascarar una infección más grave o empeorar un desequilibrio. Ante cualquier anomalía, no dudes en visitar al especialista en Ginecología.

 

La salud íntima de la mujer es un indicador de su salud integral. Mantener la delicada ecología de la zona genital requiere de conocimiento y la aplicación de cuidados sencillos, pero rigurosos, basados en el respeto por su fisiología. Al adoptar una higiene consciente, usar la ropa adecuada, practicar sexo seguro y mantener controles ginecológicos periódicos, la mujer empoderada puede prevenir eficazmente infecciones y enfermedades, asegurando una mejor calidad de vida y bienestar a lo largo de todas sus etapas.

 Fuentes:

  • Instituto de las Mujeres. (2022). Salud y género. Monografías feministas. Madrid, España.
  • Núñez-Cortés, M. C., & Gil-Garrido, V. (2020). Importancia de la higiene íntima en la mujer y su relación con la microbiota vaginal. Revista de Enfermería.
  • Organización Mundial de la Salud (OMS). (2019). Guías para el continuo de la atención de la mujer y el recién nacido. Cuarta edición. Washington, D.C.: OPS.
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